Aunque amamos lo que hacemos y la gran mayoría nos sentimos más que afortunados de poder hacer de nuestra pasión, nuestra profesión, no todo son flores y arcoíris. Y como en todos los trabajos del mundo mundial, siempre hay algo que odiamos o que nos gusta menos. ¡Sí querido lector! Si eras de los que pensabas que los TCPs (Tripulante de Cabina de Pasajeros) vivimos en una aventura constante en la que solo nos dedicamos a viajar por el mundo y a alojarnos en lujosos hoteles, siento decirte que no es así. O, mejor dicho: no es siempre así 😉
Por supuesto que viajamos por el mundo y por supuesto que nos alojamos y acomodamos en bonitos y grandes hoteles. Pero esto es solo una pequeña y bonita parte de nuestro trabajo. En el artículo de hoy, os vamos a nombrar los puntos que más detestamos o dicho de una forma no tan cruel: que menos nos agrada, de nuestro trabajo.
En primer lugar: ¡MADRUGAR! Por dios Santo, que levante la mano ahora mismo a quién le guste madrugar. Porque querid@, si te gusta levantarte pronto, lo llevas estupendamente y encima eres de los que se despiertan con una cara fabulosa y sin ninguna ojera, ¡enhorabuena! Mereces un premio, además de formar parte de la aviación. Y no estamos hablando de levantarse de la cama a las 7 a.m (esta hora para nosotros es casi un lujo). Estamos hablando de despertarse a las 4 a.m o a las 3 a.m… Señores, ¡esto no es madrugar! Se le llama trasnochar. ¿A que ya no te gusta tanto madrugar después de leer este punto? 😛
En segundo lugar y algo que es más que frecuente: cuando un pasajero nos pregunta “¿por dónde estamos volando?”. Querido, pues estamos pasando por encima de las nubes… Vale que los TCPs seamos una especie de “Super Héroes” y todo eso, pero lamentamos decirte que no podemos saber en todo momento por dónde estamos pasando. Porque mientras vosotros, queridísimo pasaje estáis bien relajados en vuestros asientos, mirando las vistas por la ventana, leyendo la revista del bolsillo del asiento delantero o pensando qué “snack” os vais a coger de la carta menú, aquí la tripulación está preparando el “trolley” la mar de mono con nuestros apetitosos alimentos y bebidas, a la vez que horneamos las comidas de los pilotos, controlamos la cabina, bajamos la temperatura desde el FAP (pantalla táctil que podréis ver entrando por la puerta delantera del avión, a mano izquierda) porque el pasajero de la primera fila ya se ha quejado tres veces que tiene calor, revisando baños y retocándonos para que nos veáis siempre con nuestro mejor rostro. Pero tranquilo, que si tu ilusión en ese momento es saber por dónde estamos sobrevolando, nosotros llamamos a nuestros queridos compañeros de cabina de mando para que nos informen y te lo decimos en un “periquete”. Sus deseos son órdenes 😉
En tercer lugar y muy parecido al segundo punto: “¿llegaré a mi vuelo de conexión?” Pues querido, en estos momentos no lo sé, pero tranquilo, voy a por mi bola de cristal a ver qué visualiza… A menudo, y gracias a nuestro Señor, no siempre, los vuelos salen con retraso, hay esperas a la aproximación del aeropuerto destino o sale cualquier imprevisto que hace que no salgamos ni lleguemos en hora. Y a veces ocurre, que tenemos un vuelo de conexión con un tiempo de escala muy corto y por culpa de dicho retraso perdemos el siguiente vuelo. Eso señores, puede pasar. Y aunque los Tripulante de Cabina de Pasajeros tenemos asumido que somos los culpables de absolutamente todas las catástrofes mundiales, del retraso del vuelo, de los asientos estrechos, de la capacidad limitada de los racks, de la huelga de los controladores y hasta de las erupciones de los volcanes de Indonesia, nuevamente lamentamos comunicarte que estas cosas pasan. Al igual que en tierra te puedes encontrar con un accidente, tráfico o mal tiempo y llegar tarde a tu destino, esto en la aviación también pasa.
Cuarto punto. Este debería llevarse el premio Oscar a la situación estrella de todos los embarques del mundo: el equipaje de mano. A día de hoy, aún seguimos sin entender por qué si una aerolínea estipula un límite de equipaje, usted, querido pasajero, se empeña en llevarse toda su casa a bordo. Una maleta pequeña y un bolso de mano, no significa: cuatro maletas, la bolsa con las raquetas de tennis, la bolsa gigante azul del Ikea con la ropa que no le ha cabido en las cuatro maletas, varias bolsas del “duty free” y como no, 10 cajas del tamaño de una pizza familiar con ensaimadas de Mallorca. Luego, aún les extraña que, estando el avión lleno, se tengan que bajar maletas a bodega. Obvio. Aun así, los TCPs somos conscientes que, una vez más, somos culpables del “mal” diseño del avión y que a pesar de nuestras dotes para hacer “tetris” con vuestras pertenencias en los compartimentos superiores, nuestros poderes mágicos no sean suficientes para que quepa su querida y apreciada maleta.
Quinto punto. Y este es digno de estudio… Hacerse la manicura en pleno vuelo. Si, tal y como leéis. Cuantas veces andando por el pasillo central del avión, de repente vemos a un pasajero cortarse las uñas encima de la mesita desplegable. No nos diréis que no es una situación peculiar, ver hacer este acto en pleno vuelo y ver las uñitas apiladitas en una montaña. Esto y la nueva moda de ir descalzos por la cabina hasta llegar al baño, son dos escalofriantes misterios del pasaje, donde aún, no hemos descubierto que extraño placer producen. Seguimos en fase de investigación.
Sexto punto: “ser el punto de información del aeropuerto y Dios todo poderoso y sabelotodo”. Es lógico, que una de las funciones de nuestro uniforme es darnos cierta visibilidad y ser la imagen corporativa de la compañía, para que tanto dentro como fuera del avión seamos fácilmente reconocibles. Pero queridos, que llevemos una tarjeta identificativa colgando por el aeropuerto (algo que, por cierto, las compañías nos obligan a hacer para poder pasar cualquier tipo de control), no significa que seamos los creadores de la terminal, nos sepamos donde están todas las paradas de bus y su horario, dónde están los taxis o si el vuelo que va a Cancún sale de la Gate D. Realmente llegar a nuestra sala de firmas desde que pisamos la Terminal, se convierte en una “gincana” con muchos obstáculos a superar.
Y ya, por último, y no menos importante, un aspecto curioso que se da en absolutamente en todos los vuelos: quitarse el cinturón de seguridad en el momento menos adecuado. Vamos a ver: cuándo el Comandante da el aviso que vamos a pasar por una zona de turbulencias y enciende la señal de cinturones, es fundamentalmente para la seguridad e integridad de todos. A nosotros nos encanta tenerlo todo bien ordenado y con una cierta armonía y no nos gusta ver gente en el suelo o pegada en el techo. En un vuelo de 4 tranquilas horas, ¿por qué a todos os entran ganas de ir al baño en plenas turbulencias? Gran misterio del mundo de la aviación, aún no resuelto. Aplicable también, al momento de aterrizar y estar rodando aún en pista, dónde empezamos a escuchar todos los “clacs” de los cinturones desabrochándose. ¿Por qué? Querido, las puertas no se van a abrir hasta que lleguemos a la terminal, el avión se pare, se apaguen los motores y la señal de cinturones, se desarmen rampas y nos conecten el “finger” (pasarela) o escalera. Así que ya puedes ser todo lo rápido que quieras quitándote el cinturón en uno de los momentos más críticos, que ahí te vas a quedar sentadito. Eso sí, si quieres te damos un aplauso por haber sido el primero de toda la cabina en desabrochártelo. ^^
“CABIN CREW, DISARM SLIDES AND CROSS-CRECK”